El párpado es una de las zonas más sensibles del rostro, ya que la piel que los conforman es la más delgada de todo el organismo. Actúan como estructura protectora de los ojos frente a elementos extraños y objetos que podrían dañarlos, pero también sirven para lubricar los ojos y evitar su sequedad.
Antes de meternos de lleno en esta estructura facial, vemos qué son los párpados. Se trata de pliegues modificados de la piel que se continúan con el resto de la superficie cutánea y que tienen por objetivo proteger el globo ocular.
¿Cómo funciona el párpado?
Los párpados son responsables del parpadeo, que es la apertura y cierre de estos pliegues cada pocos segundos para evitar la entrada en el ojo de agentes externos.
El parpadeo puede ser de dos tipos: reflejo y voluntario. Por norma general, este acto se ejecuta de cuatro a seis veces por minuto de manera voluntaria, y tantas veces como sea necesaria por acto reflejo.
Los dos actos, el voluntario y el reflejo, ocurren como consecuencia de la activación de los músculos palpebrales. Gracias a ellos, los párpados se cierran en forma de cremallera y este movimiento es el que empuja la película lagrimal hacia el borde interno, haciendo llegar la lágrima al punto lagrimal, que está situado por detrás de la última pestaña interna.
¿Qué partes componen el párpado?
El globo ocular se compone del párpado superior e inferior. Ambos son la continuación de los tegumentos faciales.
La hendidura palpebral, es la apertura formada por los párpados cuando estos están abiertos. Dentro de esta hendidura se puede observar la carúncula, una zona rojiza situada en la unión palpebral interna. La carúncula se puede apreciar más fácilmente en personas de raza caucásica y negra; mientras que es menos visible en personas orientales, pues la unión interna de los párpados es más inferior.
Otra parte de los párpados es el surco palpebral, un pliegue en el párpado superior que se forma en la zona donde se unen el músculo elevador del párpado superior con otras estructuras cartilaginosas y subdérmicas.
Además, en esta zona de los ojos, tienen mucha importancia las pestañas, que también ejercen una función protectora, evitando que penetren objetos peligrosos en el globo ocular. Por detrás de las hileras de pestañas, la piel se transforma en una línea gris, pasando de epitelio escamoso de queratina a uno ya sin queratina. Y tras la línea gris están las glándulas tarsales o de Meibomio, que segregan el sebo para formar parte de la película lagrimal. Las glándulas sebáceas conjuntivales o de Zeiss también ayudan a lubricar las pestañas.
¿Por qué parpadeamos?
El acto de parpadear ocurre entre 10 y 25 veces cada minuto. En una hora se pueden abrir y cerrar los párpados hasta 1200 veces. El objetivo principal de esta acción es limpiar y mantener hidratados los ojos, pero además hay otros beneficios muy importantes asociados.
Un estudio de la Universidad de California en Berkeley señala que el parpadeo ocurre porque el cerebro necesita reposicionar los ojos para que la vista siga enfocada. Los músculos oculares son lentos e imprecisos, así que la forma de ajustar bien la visión es cerrar apresuradamente los ojos para hacer las correcciones necesarias.
A su vez, abrir y cerrar los párpados es una forma de resetear el ojo. Este acto no siempre es voluntario, de hecho, el ser humano no es consciente de las veces que parpadea, aunque sí puede controlar parcialmente estos movimientos y hacer uso de ellos cuando lo crea conveniente.
¿Cómo afecta el paso del tiempo a la salud de los párpados?
La piel de los párpados y la que rodea a los ojos es la más sensible de todo el cuerpo. Es, por tanto, la más vulnerable a anomalías, infecciones y el paso del tiempo.
Hay afecciones comunes, como las bolsas y ojeras que son consecuencia de la retención de líquidos o edema, y que tienen como consecuencia un exceso de piel y protuberancia en el párpado inferior.
La dermatocalasia es un proceso similar, pero en este caso está directamente relacionada con el envejecimiento del párpado superior. El aspecto visual es una piel más flácida e incluso sensación de peso que empuja los párpados hacia abajo, las pestañas empiezan a caer y la mirada adquiere un aspecto más triste.
La blefaritis, el blefaroespasmo, la triquiasis y distiquiasis o el lagrimeo continuo son también problemas propios de los párpados, pero estos no se asocian a la caída de la piel y su envejecimiento, sino que son más propios de un mal posicionamiento de estructuras oculares.
Muchos de estos problemas se pueden solucionar con intervenciones quirúrgicas ambulatorias, como la blefaroplastia. La idea es corregir la posición de los párpados y su estado de salud, para evitar posibles enfermedades en los ojos. La blefaroplastia puede realizarse por motivos de salud, pero también por razones estéticas.
El párpado es una de las zonas más sensibles y vulnerables del cuerpo humano. Un estado correcto de estas estructuras es esencial para proteger los ojos y disfrutar de una buena visión. Como la edad es uno de los factores clave en su deterioro, es conveniente preocuparse por su estado a medida que se van cumpliendo años.